Me he animado a
escribir esta reseña para despertarles la curiosidad hacia un libro que he
leído recientemente y que me parece que vale la pena comentarlo. Como lo he
leído en español, les contaré mis impresiones en este mismo idioma. No se
preocupen, que la historia no la cuento; no soy una aguafiestas.
El libro al que me
refiero es El increíble viaje del faquir
que se quedó atrapado en un armario de Ikea. El título, por sí solo, ya
basta para despertar la curiosidad. ¿Cómo llegué a él? Pues por recomendación
de mi amiga Lineimar Martins, traductora francobrasileña. Yo le recomendé un
libro, y ella, a cambio, me recomendó este. Por cierto, si a alguien le apetece
hacerme alguna recomendación literaria puede dejar un comentario al final de
este artículo; se lo agradezco de antemano.
A ver, ¿qué puedo
decir de la trama sin destriparla? Para empezar, me llamó la atención lo que
leí previamente —me gusta situarme antes de sumergirme en un libro— acerca del
autor y de la novela. En cuanto al autor, Romain Puértolas, me enteré de que es
francés de origen español y, pese a su juventud (cuarentañero), acumula una experiencia
laboral harto inusitada: DJ, profesor de idiomas en
Barcelona, auxiliar y coordinador de vuelo en el aeropuerto de El Prat
(Barcelona), trabajador de Aena en Madrid, encargado del mantenimiento de
máquinas tragaperras en Brighton, policía de fronteras cuando regresó a Francia. Pues como dicen que el arte imita la vida, y viceversa, me imagino que sus
múltiples vivencias le han servido de telón de fondo para engendrar una
historia tan original y creativa. También me ayudaron a encender la chispa de
la curiosidad los comentarios sobre el éxito de esta obra, que es su debut
literario, entre los cuales está este: «… con más burbujas que la Coca-Cola», es
decir, divertida como el cosquilleo que produce la gaseosa.
Sí, es cierto que
la historia es muy divertida, y el efecto cómico se debe a las situaciones
improbables e imprevistas, a las peculiaridades culturales, a los juegos de
palabras con los nombres y sus debidas pronunciaciones. Pero la comicidad
funciona como pretexto para tratar un tema trágico y muy presente en la
actualidad: el drama de los inmigrantes ilegales.
* Un agradecimiento especial a mi querida amiga Manuela Mangas Enrique, que me ayudó a pulir esta reseña.