Al hablar de la visibilidad del traductor, no me refiero a la teoría de
Venuti, que propone que el traductor debe intervenir en el texto, sino a la
visibilidad del traductor en el mercado de trabajo, en las redes sociales, en
esta gran aldea global, al fin y al cabo, el objetivo del traductor es la
comunicación, así que es esencial comunicarse, salir del caparazón, del capullo,
del pijama, de la zona de confort, ¡abrir las ventanas para el mundo!
Si trabajas en casa, la probabilidad de que un nuevo cliente llame a tu
puerta para ofrecerte un trabajo es de aproximadamente un 0,00000000037473%.
Los clientes no crecen en los árboles, ni llegan en paracaídas…
infelizmente, porque sería genial si así fuera… ¿te lo puedes imaginar? “Terminé mi traducción, voy
al árbol a buscar a otro cliente” o mejor, “Mira, ¿qué es eso?, ¿un pájaro?, ¿un avión? que va, es otro cliente que
llega en paracaídas. También podrían traerlos las cigüeñas, no hay límites para
la imaginación… ¡Qué maravilloso
sería!
¡Visibilidad es la palabra clave para el traductor autónomo! Prepara un
currículo bien presentable, hoy en día hay modelos chulísimos, además existe el
tal “currículo creativo”, el filet mignon
de los currículos. Aún no tengo el mío, pero no me faltan las ganas. De
momento, mi currículo es simplecillo, aún no es un solomillo, pero tampoco es
carne de pescuezo.
Prepara un e-mail de presentación, habla de tu formación y experiencia y ofrécete
para hacer una prueba. El mensaje debe ser formal y conciso, nada de contar la
historia de tus ancestrales, o de hablar de tus pasatiempos favoritos y
obviamente, de ninguna manera, en hipótesis alguna, puede contener errores
gramaticales. De lo contrario, ya sabes, estimado colega: ¡ataúd!
Envía correos a las principales agencias de traducción, a editoras o a potenciales
clientes, ¡pero atención!, envía un correo a cada empresa, nada de enviar
un e-mail a un montón de empresas a la vez, eso no queda bien, no es políticamente
correcto, además de dar la impresión de que estás desesperado, a punto de
cortarte los pulsos. Intenta personalizar el mensaje añadiendo algo dirigido
especialmente al destinatario en cuestión. Establece metas de envíos diarios o
semanales.
¡Y QUE NO SE TE OLVIDE ANEXAR EL CURRÍCULO! A veces, debido a la ansiedad enviamos
el mensaje sin el anexo y luego tenemos que reenviarlo pidiendo disculpas. Eso
causa muy mala impresión.
El destinatario se dirá: “Si el tipo se olvida de anexar el currículo a su
mensaje de presentación, ¿cómo
vamos a estar seguros de que no se olvidará de anexar aquella traducción
urgentísima de un contrato importantísimo? —¡Féretro!
Crea un blog, es un excelente medio para lograr visibilidad y mantenerte actualizado,
además de desarrollar tu habilidad comunicativa. Publica asuntos diversos
relacionados a la profesión, a los idiomas con que trabajas, de nada te servirá
explicar un proceso maravilloso para freír patatas en el microondas en un blog
de traducción. Ya lo sabes, ¿no?...Sarcófago.
Participa en los grupos de traductores, comparte informaciones, después de
todo, como decía el poeta español Antonio Machado: “en cuestiones de cultura y
de saber solo se pierde lo que se guarda y solo se gana lo que se da”, sé
generoso, cuanto más compartas, más recibirás de vuelta, créeme.
Ten a mano una tarjeta personal para distribuir en situaciones oportunas, en
una conferencia sobre traducción, por ejemplo. Recuerda, en situaciones
oportunas. Un bautizado no es una situación oportuna, a menos que los padres
necesiten traducir el certificado de nacimiento del niño.
Publica anuncios, siempre podrá aparecer alguna oportunidad.
¡Usa tu creatividad y tu habilidad persuasiva!
Y si todo eso no surte efecto, aún te queda un último recurso para llamar la
atención…
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