Birome es una marca registrada y es el nombre que se le da al bolígrafo en Paraguay,
Argentina y Uruguay. El bolígrafo es un instrumento utilizado para escribir, compuesto
por un tubo que contiene una tinta especial y en cuya punta hay una bolita de
metal que sirve para distribuir la tinta por el papel al escribir. La palabra
birome es un acrónimo formado por las iniciales del inventor húngaro-argentino,
Laszlo Biro, 1899-1985,
y J. J. Meyne, industrial húngaro y socio del anterior.
Ladislao Biro |
Antes del invento que lo haría famoso, Ladislao Laszlo Biro ya había
inventado una lapicera fuente, una máquina para lavar ropa, un sistema de
cambios automático en los autos y un vehículo electromagnético. Como periodista,
trataba de buscar una solución para los trastornos que le causaba su pluma
fuente cuando se le atascaba en medio de un reportaje.
Con ayuda de su hermano químico, logró una tinta muy útil para escribir a
mano, pero que se trababa al escribir con la pluma. Un día al fijarse en unos
niños que jugaban con bolitas en la calle, se dio cuenta de que las bolitas, al
cruzar un charco trazaban una línea de agua en el suelo. Así, Laszlo tuvo la
idea de utilizar una bolita metálica en la punta de la pluma. Lo difícil seria desarrollar
una bolita suficientemente pequeña.
En 1938, en Yugoslavia, mientras trabajaba como periodista para un periódico
húngaro, Ladislao Biró conoció a Agustín Pedro Justo, que había dejado de ser
Presidente de Argentina pocos meses antes. Este vio a Biro escribiendo con un
prototipo del bolígrafo y maravillado por esa forma de escribir inició una
charla con él. Biro le habló de la dificultad para conseguir una visa y Justo,
que no le había dicho quién era, le dio una tarjeta con su nombre y le invitó a
radicarse en su país.
En mayo de 1940, cuando comenzó la 2ª Guerra Mundial, él y su hermano
emigraron a la Argentina junto con Juan Jorge Meyne, su socio y amigo que le
ayudó a escapar de la persecución nazi debido a su origen judío. Ese mismo año
formaron la compañía Biro Meyne Biro y en un garaje con 40 operarios y un bajo
presupuesto perfeccionó su invento, patentándolo el 10 de junio de 1943 en
Buenos Aires.
El producto fue lanzado bajo el nombre comercial de Birome. Su precio,
entre 80 y 100 dólares, era demasiado caro para esa época. Por otro lado, los
libreros los consideraban demasiado baratos como para venderlos como
herramienta de trabajo y los vendían como juguetes para niños. En su última entrevista, antes de fallecer, Biro afirmó: "Mi 'juguete' dejó 36 millones de dólares en el tesoro argentino, dinero que el país ganó vendiendo productos no de la tierra sino del cerebro".
Muy interesante. Lo compartiré en Facebook
ResponderExcluir